Frecuentemente se asocia el rendirse con renunciar o fracasar. Pero el rendirse tendrá otro valor si se considera como un acto de dejar de hacer fuerza, soltar, dejar de jugar ese juego.
En tiempos de reflexiones, balances y finalización del año, los invito a reflexionar juntos las dimensiones del rendirse, sus beneficios para la transformación personal, bienestar integral y comunitaria.
Frecuentemente asociamos la palabra rendirse con renuncia, fracaso, perdida, sumisión o entregarse. Qué sucedería si consideráramos el rendirse como “un acto de dejar de hacer fuerza”, por ejemplo, si nos imaginamos jugando a tirar de la cuerda, donde en un extremo estoy yo y del otro, mi contrincante que podrían ser personas, ideas, proyectos, relaciones, objetos. El acto de tirar por ambos crea tensiones, requiere energía mental y física, implica vencedores y vencidos. Ahora ¿qué sucede si yo decido dejar de hacer fuerza, suelto y resuelvo no jugar más ese juego?
Habitualmente en el fervor de no rendirnos perdemos el sentido de por qué habíamos elegido esa lucha y si lo planteamos en términos de lucha, es posible que vea a mi contrincante como mi enemigo, el que no me permite ser, hacer, concretar o aspirar a ser feliz.
Cambiar la mirada y la expectativa implica retos para mi mente y una pausa intencionada, ese espacio para reconectar en el verdadero sentido de propósito para qué hago lo que hago y más profundamente qué sentido le doy a mi existencia. Decidir “dejar de hacer fuerza y soltar” es un gran acto de valentía, las decisiones trascendentes como contribuir a nuestro bienestar y felicidad no son generadas desde afuera, es una actitud, una elección y ante todo un profundo compromiso con uno mismo para luego ponerlo al servicio de los demás. Decidir no participar de un juego que nos intoxica e inocula emociones y acciones venenosas, es un acto resiliente.
La aceptación trae consigo un gran regalo, la perspectiva de quien quiero ser, desde allí es posible que logre vislumbrar las oportunidades de aprendizaje que conlleva todo lo vivido y experimentado; cuando me rindo, otro escenario se abre ante mi nuevamente, un nuevo juego.
En ocasiones hay situaciones que no hemos elegido, como es una enfermedad, la pérdida de un ser querido, la finalización de una relación, proyecto, trabajo o emigrar; quizás nos conecte con un sentimiento de injusticia, de no merecer lo que sucede. Qué cambiaría si nos permitiéramos por un instante concebir que sentirse merecedor no tiene relación directa con los actos previos, sino con las acciones posteriores frente aquellas circunstancias o retos desafiantes que se nos presenta.
El Capítulo de Panamá de la International Coaching Federation – ICF es una asociación sin fines de lucro, comprometida con el fomento y la difusión de la práctica profesional y ética del coaching. Está afiliada a la International Coaching Federation – ICF, la organización global más grande y reconocida de Coaching. www.icfpanama.org www.coachfederation.org
Si decides rendirte ante aquello que te hace sufrir y necesites quién te acompañe en el diseño de nuevos futuros posibles, un proceso de Coaching puede ser una opción para acompañarte en esa transformadora travesía. Inicialmente definiendo un objetivo superador, determinar qué lecciones te quieres regalar ante lo que hoy defines como adversidad, logres un nuevo modo de relacionarte con tus problemas y retos, reconozcas los obstáculos y tus saboteadores internos que te impiden cuidar lo que es importante hoy para ti.
El cerebro busca tener razón, más que ser feliz, por ello nos cuesta deshacernos de los hábitos disfuncionales que hemos construidos o heredado. Los diálogos internos afectan nuestra manera de percibirnos y relacionarnos. Generar el cambio requiere amabilidad con uno mismo, coraje, perseverancia para aprender nuevas estrategias para resolver o afrontar desafíos. Comprender lo que ha sucedido, no es suficiente para transformar las historias que nos contamos, requiere un interlocutor. Rendirse es un trabajo personal de profunda honestidad y revalorización apreciativa con uno mismo, las personas y las circunstancia, permite hacer las paces con el pasado, aprender continuamente y celebrar la sabiduría de los valientes que habita en cada uno de nosotros.
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